Esterilización y Desinfección de Instrumentos Dentales y Equipo
La esterilización es el primer paso que realiza el odontólogo a la hora de programar un tratamiento dental en su clínica. Esto garantiza que los instrumentos a usar no sean una amenaza para su salud ni para la del odontólogo, además de que un instrumental estéril garantiza que los materiales que son colocados en su boca estén libres de contaminación y así los tratamientos son más duraderos.
Mediante la esterilización se mantiene un ambiente limpio y seguro para dar la atención dental, ya que gracias a este proceso se destruyen o inactivan todas las formas de microorganismos existentes. Los microorganismos patógenos pueden ser transmitidos de un paciente a otro, del paciente al odontólogo o viceversa.
Se deben esterilizar todos los instrumentos que entran en contacto con los tejidos y fluidos que están dentro de la boca antes del uso en cada paciente.
Limpieza y Desinfección del Instrumental
Antes de los procesos de esterilización es necesaria la eliminación tanto de los desechos como de la contaminación del instrumental. Este se lavará por medio de un agente (detergente) con agua, como también al colocarlo en remojo en un recipiente automático que mediante movimientos y productos químicos ayuda a desprender las partículas. Este paso es muy importante debido a que si se dejan residuos en los instrumentos el agente esterilizante puede perder eficacia.
La desinfección ya sea manual o mecánica prepara el instrumental para el paso imprescindible que es la esterilización, ya que la desinfección es menos letal que la esterilización porque no destruye todos los microorganismos.
Limpieza y Desinfección del Equipo
Mediante la limpieza y desinfección con agentes químicos se eliminan residuos como la sangre, microorganismos y otros desechos de las superficies, estrías y articulaciones de los dispositivos y equipos. Este proceso lo debe hacer su odontólogo luego de terminar de atender a un paciente y antes de recibir a otro.
Método de Esterilización por calor
El método más comúnmente usado en odontología es el de la autoclave por vapor. Consiste en una especie de «olla de presión» en la cual se coloca una cantidad definida de agua y los instrumentos son colocados en paquetes sellados, que se desechan una vez que son abiertos por parte del odontólogo cuando va a atender a un paciente. Es un proceso simple que puede tardar de 30 a 40 minutos. La presión que se genera permite que el agua alcance temperaturas superiores a los 100°C. Esto inactiva o elimina virus y bacterias.