Esta semana estuvimos en la feria de la Asociación Gerontológica Costarricense AGECO, entre chistes, risas, y lágrimas los adultos mayores nos relataron sus historias de cómo fueron perdiendo sus piezas dentales.
Doña Letty de 89 años melancólica nos contaba que antes ir al dentista era para que les «sacaran los dientes», que incluso antes de casarse con el amor de su vida ya no tenía ningún diente a sus 18 años. Y eran historias muy parecidas en las que cambiaban casi que sólo los nombres y las edades.
Lo que aparentemente hace muchos años era “normal” ya no lo es. Hoy sabemos que cuando un diente presenta algún tipo de afección lo que los odontólogos evitamos hasta el final es la extracción dental, debido a que ningún material logrará replicar al cien por ciento los que por naturaleza tenemos.
A nivel emocional nos comentaba doña Letty, que las dos cosas que más le afectan en su diario vivir es no poder comer porque sus prótesis le bailan y estornudar porque constantemente siente que sus prótesis van a salir volando.
Qué hacer cuando el caso de doña Letty es el mismo que el de nuestros papás o abuelos? Pues no todo está perdido; la tecnología ha ido avanzando y con ella la odontología también, no hay edad límite para devolverle a un adulto mayor la posibilidad de sonreír, comer y hablar con seguridad.
Actualmente contamos con opciones fijas para rehabilitar, las cuales incluyen coronas, puentes e implantes dentales. Se debe tener en consideración que estas son posibles de realizar si el paciente posee la calidad y cantidad de hueso necesaria, y que se debe hacer una historia clínica detallada para saber que medicamentos toma o de qué condiciones sistémicas padece el paciente.
El envejecimiento es un proceso inevitable de la vida, pero sufrir problemas dentales a esta edad no tiene por qué serlo. Es conveniente tomar con estos pacientes algunas precauciones para así mejorar la higiene bucodental y minimizar la pérdida de piezas dentales, y si ya se han perdido reponerlas para que de esta manera tengan una calidad de vida óptima tal como la merecen, devolviéndoles la ilusión de sonreírle a la vida.